Treinta mil personas duermen en la calle cada día en España. Como en todas las grandes ciudades, Madrid se ve habitada por miles de personas que no tienen hogar, una cifra que llega hasta las 6.000 personas, según Cáritas. Pero en muchos casos lo de menos es la ausencia de un techo o de una cama. .
La soledad, la desconexión social y afectiva y la marginación son algunas de las consecuencias más duras que sufren los sin techo. Muchas instituciones, públicas y privadas, han tratado de buscar soluciones. Existen servicios sociales como albergues, comedores o servicios sanitarios. Pero las cifras y los hechos reflejan una insuficiencia en la atención y recursos destinados a las Personas sin Hogar,responsabilidad de la Administración Pública.
Cuando ellos conocen al voluntario y el voluntario conoce a cada uno de los ellos por su nombre, el voluntario puede ayudar en la mejora de la autoestima, así como a la solución de problemas, necesidades y conflictos que se presentan todos los días a estas personas. La presencia diaria y continuada a lo largo de todo el año significa que, en momentos en que la persona “toca fondo” y está seriamente dispuesta a remontar, habrá alguien que le pueda dar un consejo o un empujón.
Las organizaciones insisten en que es muy difícil hablar de resultados en la reinserción social. Son muchos los obstáculos que dificultan realizar un trabajo sostenido y sistemático con las personas sin hogar, ante la falta de medios. Entre ellos es muy frecuente encontrar enfermos mentales o disminuidos psíquicos que deberían estar viviendo en algún centro, seguir un tratamiento ambulatorio o vivir al amparo de sus familias. También es habitual el consumo de drogas y, en especial, de alcohol, derivado de la marginalidad y exclusión social.
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Hay que ayudar a todas estas personas, paliarlo del mejor modo posible. Y hacer de una sociedad mucho más justa e igualitaria para todos.
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